Terapia para adultos
Transtornos de alimentación
Se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación.
Esto provoca desórdenes en la forma de consumir alimentos o en su absorción, generando problemas en la salud física y emocional de las personas que sufren de estos trastornos.
Las causas de los trastornos de alimentación proceden de la biografía de la persona, su contexto familias, acontecimientos vitales, trauma, influencia de la cultura y sobre la sociedad donde vive esa persona.
Es frecuente que las personas que sufren de este trastorno tengan dificultades para reconocer e identificar sus propias emociones, además de desarrollar comportamientos compensatorios para evitar emociones negativas como es el uso de laxantes, los atracones o los vómitos.
La desregulación emocional de estas personas suele estar relacionada con la gravedad de su trastorno, lo que genera un incremento de la cronicidad del problema en forma de circulo vicioso.
Las causas comunes son factores psicológicos como la baja autoestima, el trauma, la soledad, la falta de control sobre la vida propia, el perfeccionismo; relaciones personales y familiares conflictivos, escaso contacto físico/emocional, sobreprotección por parte del entorno; o factores socioculturales como los cánones de belleza establecidos en la sociedad y en el momento histórico donde viva esa persona.
Entre los tipos de trastorno de alimentación está la anorexia nerviosa (restricción de ingesta de alimentos), la bulimia (presencia de atracones seguidos de conductas compensatorias como el vómito), el trastorno por atracón (sobreingesta de alimentos de manera frecuente a acompañado de malestar psicológico y sentimientos de culpa, asco…), los trastornos de evitación/restricción de alimentos (falta de interés por alimentarse evitando ingestión de alimentos con preocupación obsesiva acerca de las consecuencias repulsivas de comer, con origen patológico en la infancia), el trastorno de pica (de inicio en la infancia o adolescencia, caracterizado por la ingesta de sustancias no nutritivas como arena, yeso, tiza, papel, pintura, pegamento), el trastorno por rumiación (regurgitaciones de los alimentos sin que exista enfermedad orgánica asociada, acompañado de pérdida de peso con origen patológico en la infancia) y a problemas asociados como la obesidad (cada vez más asociado a aspectos emocionales además de factores genéticos y fisiológicos.
La vigorexia (obsesión extrema por aumentar masa muscular a través del intenso ejercicio, dietas y consumo de sustancias sin control médico), y la ortorexia (persistente obsesión por consumo de alimentos que se consideran “saludables”), entrarían también como conductas relacionadas con la ingesta de alimentos que puede ser perjudicial para la salud de una persona.
El tratamiento psicoterapéutico eficaz para estos trastornos son la terapia cognitivo-conductual, la terapia familiar y la terapia cognitivo-conductual de grupo.
El EMDR orientado a los trastornos de alimentación también resulta eficaz con respecto al trabajo con el trauma.
El tratamiento debe estar combinado con supervisión médica y tratamiento psicofarmacológico en los casos más moderados o graves, dónde la persona tiene un mayor riesgo para su salud.
La hospitalización puede ser necesaria en aquellos pacientes más graves.