Terapia para adultos
Falta de control de los impulsos
Un impulso se caracteriza por llevar a cabo una acción de forma emocional o hacerlo “sin pensar”.
El problema viene cuando la persona no es capaz de gestionar bien sus emociones y su capacidad de controlar estas emociones se ve alterada, pudiendo experimentar grandes dificultades, no siendo capaz de soportar o de resistirse al impulso de cometer una acción determinada que acabará siendo nociva para él/ella y para otras personas.
Estas acciones se vuelven irresistibles e incontrolables.
La persona puede experimentar sensación de tensión o gran activación emocional previamente a cometer la acción nociva, seguida de un sentimiento placentero o de gratificación una vez la ha realizado.
Esto a su vez, puede conllevar a que la persona se sienta después culpable y que tenga auto-reproches por no haber resistido el impulso de cometer esa acción.
Algunos tipos de problemas asociados a la falta de control de los impulsos son la piromanía (fascinación por el fuego), compras impulsivas (no premeditada), tricotilomanía (tirarse del pelo), cleptomanía (robar objetos), el trastorno explosivo intermitente (mediante ataques de ira incontrolables y desproporcionados), o el síndrome de acaparador compulsivo (tendencia a la acumulación de objetos).