La psicoterapia positiva proviene de la Psicología Positiva desarrollada por Seligman a partir de 1998 hasta la actualidad.
Propone estrategias para la búsqueda de la verdadera felicidad, a la que Seligman (2003) define como la «identificación y el cultivo de las fortalezas más importantes de la persona y de su uso cotidiano en el trabajo, el amor, el ocio y la educación de los hijos».
Así, el aplicar las fortalezas personales a lo largo de la vida, ayuda a desarrollar una protección contra el infortunio, la depresión y las emociones negativas.
Por lo tanto, el rumbo de la vida se orientará hacia ámbitos más positivos, potenciando la creatividad, la tolerancia, la apertura a nuevas ideas y experiencias (Diener y Seligman, 2002).
Entrenar a las personas vulnerables a la depresión y a las ideas suicidas a un mejor manejo de sus fortalezas ha demostrado ser útil para reducir la ansiedad, la depresión y mejorar la resiliencia y es una forma de intervenir en la prevención del riesgo suicida.
Según la OMS (2014) la prevención de suicidio puede fortalecerse gracias a factores protectores alentadores, como relaciones personales sólidas, un sistema personal de creencias y estrategias de afrontamiento positivas.
Esta terapia es utilizada en terapia de grupo, sin embargo, hay aspectos de la misma que se pueden trabajar a nivel individual, combinadas con otras técnicas terapéuticas.
Es importante entender que el suicido es multidimensional y muy complejo, por lo que la intervención en consulta es también compleja y debe estar adaptada a cada caso con el uso de estas herramientas y otras, que se vayan adaptando a las necesidades de esa persona y se vaya valorando qué funciona mejor.