Ayuda a pacientes con graves problemas emocionales que inducen a comportamientos autodestructivos como las automutilaciones o intentos de suicidio.
Se utiliza ampliamente en el trastorno límite de la personalidad y se basa en la aceptación y validación del sufrimiento del paciente.
Está diseñada para ayudar con la inestabilidad emocional extrema (también llamada desregulación).
El objetivo de esta terapia es enseñar técnicas a los adolescentes y también adultos, para ayudarlos a comprender sus emociones sin juzgarlas, además de desarrollar la conciencia reflexiva y dotar de habilidades y técnicas para manejar esas emociones y cambiar comportamientos que puedan mejorar sus vidas, tales como habilidades de efectividad interpersonal (interactuar con otros de manera eficaz), tolerancia a la angustia o habilidad para hacer concesiones (aprende a cómo validarse a sí mismos y a otros, cómo comprometerse y negociar, además de comprender mejor a los demás y a sí mismos).
Esta terapia combina técnicas propias de la terapia cognitivo-conductual (TCC), basándose sus intervenciones en estrategias de aceptación a través de la validación emocional y en estrategias de solución de problemas para promover el cambio de comportamientos disfuncionales producto del sufrimiento emocional intenso.
Asimismo, combina dos tipos de intervenciones, en las que se realizan intervenciones individuales y entrenamiento de habilidades en formato grupal, sumándose los equipos de consulta en donde los profesionales ponen en conocimiento de todos los implicados en la realización de esta terapia las progresiones realizadas con los pacientes, así como la mejora de sus propias capacidades.
Se utiliza también en prevención de suicidio, manejo de las autolesiones, abuso de drogas, trastornos de alimentación, depresión, trastorno bipolar, trastornos de conducta disruptiva, déficit de atención e hiperactividad, y ansiedad.