La intervención cognitiva para la conducta suicida nació en el modelo cognitivo de los trastornos emocionales, en depresión en particular, así como la extensa literatura que une la desesperanza con la conducta suicida.
El modelo teórico de la Terapia Cognitiva (TC), parte del supuesto básico de que las personas suelen padecer psicopatologías no por las situaciones en sí, sino por la interpretación que suelen hacer de estas.
En el caso de la conducta suicida, el modelo afirma que es una expresión extrema del deseo de escape de lo que parece ser un problema irresoluble o una situación insoportable y se deriva de tres componentes de la triada cognitiva negativa: yo defectuoso, un mundo agresivo y despiadado, y un futuro desolador y desesperanzado.
A lo anterior se agregan ciertos errores cognitivos dominantes y unas estructuras cognitivas relativamente estables denominados esquemas disfuncionales activos, por tanto, el objetivo de la evaluación en esta terapia, inicialmente se centra en la identificación de pensamientos automáticos, distorsiones cognitivas y creencias centrales que se activan inmediatamente antes del intento de suicidio.
El foco de la terapia cognitiva enfocada a la prevención de suicidio tiene como finalidad reducir la conducta suicida con los siguientes elementos claves:
- El desarrollo de medios eficaces para hacer frente a la desesperanza y a la conducta objeto suicida.
- Involucrar a los pacientes rápidamente en el tratamiento para reducir la deserción.
- Amentar el uso adaptativo de los servicios de salud.
- Aumentar el uso adaptativo del apoyo o soporte social.