Terapia para niños y adolescentes
Problemas por ruptura de pareja, separación o divorcio de los padres
Estas situaciones pueden provocar un intento dolor en los hijos/as, ya que hablamos de una ruptura de un sistema familiar en sí, y la necesidad de una readaptación en los roles familiares y en la forma de vivir.
Esto puede generar en los hijos/as diversas reacciones emocionales como altos niveles de estrés mediados por el nivel de conflictividad entre los padres, la edad de los hijos, la calidad de la relación con el progenitor con el convive de manera habitual entre otros.
Según los estudios, la edad de los hijos es uno de los factores de riesgo que van a predecir el tipo de desorden psicológico provocado de la separación o ruptura conyugal.
Aquellos niños/as más pequeños tenderán a presentar conductas de tipo más regresiva, comportamientos más repetitivos, problemas de aprendizaje, dificultades escolares y síntomas depresivos,mientras que los adolescentes o niños/as más mayores, suelen presentar violencia, agresividad, asilamiento de sus amigos/as y familia, junto con la pérdida o déficits en habilidades sociales.
Por otra parte, en niños menores de 3 años, es común encontrarnos con conductas regresivas como pérdida del control de esfínteres, irritabilidad o mayor angustia de separación de los adultos, junto con un contacto físico más habitual y mayor miedo a ser abandonados, inseguridad, miedos y sentirse los responsables de la separación de los padres, generando culpa en sí mismos.
En niños de entre 3 a 7 años, es más común la tristeza, introversión, temor derivado de fantasías de pérdida o sentirse abandonados y desprotegidos.
Se puede producir además la idealización del progenitor ausente entre otras reacciones emocionales que generan un enorme sufrimiento en el menor, que además no está preparado cognitivamente para expresar lo que le ocurre y el cómo se siente.
Entre los 8 y 10 años, los sentimientos de culpa suelen aumentar, generando mayor falta de autoestima y sentimientos de abandono, depresión entre otros,además de volverse mucho más callejeros para evadirse de cómo se sienten, más antisociales y violentos; o bien todo lo contrario, y volverse muy responsable y adoptar el “rol de cuidador” de su progenitor, intentando ocupar el lugar del que está ausente tras la separación o divorcio.
Durante la adolescencia, van a surgir múltiples problemas, desde depresión, fugas o ausentismo escolar, abuso de drogas y alcohol, intentos autoliticos e ideación suicida.
El problema en sí no es el divorcio o separación; sino más bien el conflicto continuado entre los padres, aunque puede haber otros problemas que deben ser abordados y bien evaluados.
La violencia intraparental suele generar conductas patológicas externalizantes e internalizantes.
Mediante la terapia se puede trabajar con objetivos específicos a nivel familiar para poder encauzar una mejor adaptación de la realidad, desarrollar formas adaptativas de manejo emocional ante los cambios que se están experimentando como consecuencia de la separación o divorcio, y ayudar así a los menores a entenderse mejor y elaborar mejor una comprensión de esa situación de crisis familiar.