Esta técnica es una de las más clásicas y conocidas, siendo uno de los conceptos más importantes de la psicología aplicada.
En esencia, podemos decir que los problemas emocionales son fruto del aprendizaje, a pesar de haber una predisposición genética o biológica a desarrollar ciertos problemas psicológicos o trastornos mentales.
De aquí, que el psicólogo cognitivo-conductual sea un experto en aprender y desaprender.
La idea de esta terapia es enseñar a la persona, mediante una serie de estrategias y técnicas, a reaprender a afrontar sus problemas, a reconocer los estilos de pensamiento que predisponen a la persona a llegar a ciertas conclusiones poco útiles y que empeoran su salud mental y a desarrollar una reflexión sobre su propia forma de pensar y de reconocer aquellos aspectos cognitivos que están produciendo malestar mediante el dialogo socrático.
Además, se entrena a la persona a que sea capaz de determinar desde su propio criterio las estrategias que le acercan o le alejan a la hora de conseguir sus objetivos y metas en la vida.
Esta terapia se usa en el tratamiento de las fobias, ansiedad, distimia, trastorno bipolar depresión, esquizofrenia, entre otros.
Tiene una eficacia científicamente comprobada desde hace décadas y puede aplicarse a una gran variedad de problemas psicológicos y necesidades que puedan traer los clientes/pacientes.